Los protectores solares son aliados que han llegado para permitirnos hacer una vida al aire libre sin sufrir las consecuencias de la quemadura solar. El factor de protección (sigla PFS) debe adecuarse no solo a la edad del paciente, por ejemplo los niños necesitan una protección alta de PFS 50 o más ya que su piel es más vulnerable al daño solar, sino que también al fototitpo, es decir el color de la piel que es un determinante.
Los niños menores de 2 años no deberían tener largos periodos de exposición solar ya que es la etapa de la vida donde el ADN celular es más frágil a los rayos ultra violetas. En el caso de las pieles oscuras, pueden manejarse con menor factor de protección porque la melanina de la piel actúa como un protector solar, y en pieles blancas -que tienen poca melanina- necesitan mayor uso de fotoprotectores ya que son más sensibles al daño.
Cabe recordar que a los fotoprotectores hay que reponerlos cada 2 o 3 horas y luego de cada zambullida en el agua. Siempre hay que mirar la fecha de vencimiento del producto ya que suelen usarse de un año para el otro.
La hora pico de radiación solar se ubica de 11 a 16, horario en el que se debe tener la mayor precaución. La quemadura solar puede generar un cáncer de piel, o hacer que lunares benignos se degeneren.
Como clave para disfrutar de la playa y las actividades al aire libre, desde el Servicio de Dermatología aconsejan usar en los niños remeras contra los rayos ultravioletas y utilizar sombreros, gorros y anteojos.
Además, es muy importante siempre recurrir al dermatólogo para solicitar recomendaciones en forma preventiva o ante una quemadura solar severa.
Dr. Agustín González Cocorda
MP 94.024
Especialista en Dermatología